El proceso de desarrollo del ser humano y las afectaciones ambientales que de él se derivan, han dado como resultado un proceso de degradación tanto de la calidad de los suelos que condiciona nuestro futuro a mediano plazo, como de la contaminación en las superficies terrestre y marina, que producen serias consecuencias inmediatas. Esta realidad tan preocupante ha movilizado tanto a la sociedad civil como a los gestores públicos para dar una solución global a este problema cada vez más acuciante y nos que desafía como única especie a la cabeza de la degradación, para adoptar el papel de guardianes de este planeta.
Por otro lado, si nos limitamos a considerar a la naturaleza como un mero recurso de explotación, veremos como también la productividad de las empresas se ve afectada, costando cientos de miles de millones al año a las grandes productoras agrícolas y mineras.
Esta realidad ha evidenciado la necesidad de poder medir nuestros índices ambientales en todo el planeta de manera barata, precisa, autónoma y en tiempo real para poder reaccionar ante catástrofes con consecuencias devastadoras para el planeta.
Dentro de este contexto se han desarrollado múltiples tipos de sensores que puestos al servicio de los ingenieros ambientales, están dando resultados muy esperanzadores a la hora de establecer parámetros de conservación y de mejora de las zonas tanto productivas como protegidas.
La elaboración de este tipo de sensores ha tenido una evolución lenta, pero en este momento está en pleno apogeo dentro de la ingeniera, ya que abre un amplio campo de investigación y de negocio a un grupo multidisciplinar de profesionales que van desde los físicos y matemáticos para la definición de fórmulas para la de obtención de datos, informáticos e ingenieros de telecomunicaciones para la definición de software y sistemas de comunicación, a por supuesto, los ingenieros ambientales que traducen esos datos y sacan las conclusiones que darán como resultados programas específicos tanto de remediación ambiental como de mejora productiva.
Esta fuerte demanda por parte de gestores públicos y de iniciativas privadas, están empujando a un acelerado desarrollo de este tipo de tecnologías, llegando a construir chips del tamaño de un llavero y otorgándoles la posibilidad de que sean consumidos de manera masiva, con usos aún por explorar.
La amplia gama de sensores está definida por la propiedad que analizan y a la cual responden (espectroscopia analizando la luz, biosensores para el análisis de elementos biológicos, electroquímicos, etc.), contando con un amplio espectro de uso, tanto para el proceso de diagnóstico y planificación, como para el proceso de ejecución y mantenimiento de cualquier tipo de proyecto en múltiples disciplinas.
La espectroscopia por ejemplo, por sus múltiples utilidades, su bajo costo y su proceso de obtención de datos, se vuelve en uno de los métodos más versátiles, respondiendo a la complementariedad que tiene con los métodos tradicionales de laboratorio y por la posibilidad de hacer un uso de los datos de manera cualitativa y cuantitativa.
Esta versatilidad la vuelve uno de los métodos preferidos, por ejemplo, para la industria agrícola, así como también para analizar los efectos ambientales propios de las actividades extractivas o de alguna catástrofe ambiental. Su utilidad para el diseño de experimentos o muestras representativas a través de un análisis del espectro da una gran información desde el punto de vista cualitativo.
La producción de mapas de espectros también es decisiva a la hora de establecer un análisis de zonas contaminadas o ecosistemas degradados, que darán como resultado una estrategia de remediación ambiental más eficaz. Como vemos, estamos ante una tecnología muy útil para la clasificación de suelos productivos y de zonas a proteger, debido a la posibilidad de definir la degradación de ecosistemas y por tanto su nivel de intervención humana.
Por otro lado, los sensores espectroscópicos pueden arrojar datos concretos y precisos en su ámbito cuantitativo, analizando las propiedad químicas, físicas y biológicas. Esto da como resultado, por ejemplo, mejoras productivas agrícolas al poder medir el nivel de agua en el suelo, las partículas de arcillas, el nivel de carbono y nitrógeno en el suelo. Esta técnica es aplicable al análisis de suelos asociados a remediación ambiental o procesos extractivos como el análisis de metales pesados y de contaminación por hidrocarburos.
La versatilidad de este tipo de tecnologías va llegando al consumo masivo, por ejemplo, para la identificación de posibles elementos alérgicos y características nutricionales de los alimentos. Las utilidades industriales también se están potenciando siendo usadas para la clasificación de cereales o para el proceso de calidad de fábricas.
Este sistema espectroscópico tiene algunas limitaciones debido a que se debe tener conocimiento de los protocolos y de la base teórica aplicable, la tecnología aún debe ser calibrada constantemente por la pérdida de sensibilidad de los dispositivos.
A nivel general, las ventajas que suponen estas mediciones y diagnósticos exactos en la actualidad, así como su flexibilidad a la hora de obtención de diversos datos, la autonomía para transmitir in situ y en tiempo real, la mejora de los precios debido a la gran demanda y la evolución tecnológica haciendo los tamaños mucho más pequeños, hacen casi imprescindibles los usos y beneficios de la utilización de sensores.
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