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COVID Y OTROS VIRUS ¿Y DESPUÉS CÓMO NOS REACTIVAMOS?

COVID Y OTROS VIRUS

¿Y DESPUÉS CÓMO NOS REACTIVAMOS?

Carlos Andrés Bastida Tudela

La verdad es innegable, el mundo entero está atravesando una de las inestabilidades más desconcertantes y alarmantes que nuestra generación haya tenido que vivir después de la segunda guerra mundial. La repercusión de esta crisis acorde a nuestro momento de desarrollo en la historia, es decir con una escala global en medio de un mundo global, ha llegado hasta las entrañas mismas de cualquier país sin importar el sector económico-social, vemos como los países más desarrollados o en vías de desarrollo más avanzado están alarmados, y como los países pobres no tienen ni siquiera la posibilidad de visualizar cual es la repercusión real de la pandemia en su población.

En este escenario, la política del miedo se infunde aún con mayor rapidez que el virus, sobre todo en poblaciones que han aprendido a vivir en la incertidumbre, no sólo producida por un virus, sino por la inseguridad de que entren a sus casas, sufran actos de violencia, los asesine un grupo armado, etc. escenarios que hasta ahora habíamos visto como netos espectadores en las innumerables guerras que se han ido sucediendo en África en los últimos 30 años o los períodos de finales del siglo XX en zonas afectadas por la guerrilla en Colombia y otros países de Suramérica.

Tengo la suerte de vivir en un país considerado de renta media, en el que se pueden distinguir dos visiones del mundo distintas en solo entorno, realidades de ciudades como Quito, capital política del Ecuador en una cumbre andina; y realidades como las de Guayaquil en la costa ecuatoriana, ciudad que constituye la capital económica en el principal puerto comercial del país, una de las que tienen mejor gestión pública desde hace años. Poblaciones absolutamente diferentes pese a convivir en un mismo país, una más indígena andina y otra más caribeña (no hay que olvidar que el maravillo Alejo Carpentier decía que el Caribe acababa en Guayaquil), estas dos idiosincrasias radicalmente diferentes se evidencian trágicamente en medio de la crisis con las estadísticas desequilibradas de la propagación del virus, muestra también de la relación de confianza que tienen con sus autoridades ya que, habiendo a la fecha en Ecuador un total de 1.924 casos, el 72% se encuentran en la provincia del Guayas teniendo sólo la ciudad de Guayaquil el 50% de total nacional de casos.

Vemos con angustia, que el confinamiento inicialmente no fue acatado en muchas ciudades costeras donde la informalidad en las condiciones de trabajo hace que muchos aleguen no tener que comer para salir a buscarse la vida, las autoridades nacionales han tenido que enviar al ejército a las calles, específicamente a barrios populares para contener a la gente y controlar la propagación del virus, ahora bien, la pregunta no sólo es ¿por qué un grupo de personas prefieren salir de sus casas poniendo en peligro su vida y la de sus familiares, además de arriesgarse a recibir una fuerte represión?; sino en un contexto más profundo, ¿confían estas personas en que las recomendaciones de sus políticos son adecuadas para sus condiciones de vida?, ¿la población está segura de que sus autoridades podrán gestionar con eficiencia tragedias de esta magnitud?.

Basta reflexionar brevemente para sacar dos conclusiones: 1. Muchos sectores realmente no cuentan con recursos que puedan permitirles garantizar una mínima estabilidad para sentirse tentados a quedarse en sus hogares, 2. Como se puede leer en algunos carteles en barrios pobres, el aislamiento es un “privilegio de clase”, fruto de políticas sociales y económicas que más allá de ser una muletilla electoral, no han sido realmente eficientes para generar una base de partida que mínimamente fomente la confianza de la gente en sus autoridades, muchísimo menos respeto.

Por otro lado, en poblaciones de la sierra ecuatoriana donde si bien vemos que podría existir mayor estabilidad financiera, con sectores agrícolas y comerciantes que lidian con períodos de mayor escasez para lo que reservan un capital que los cubra en momentos inciertos, una población supuestamente más ordenada que ha ido organizándose para cumplir a cabalidad con las disposiciones de las autoridades evitando así la propagación del virus, pero una población también en la que la socialización cuesta más por la cultura introvertida de sus habitantes, amables sí, pero mucho más cerrados a su círculo de confianza.

Dos realidades diametralmente distintas conviviendo en un territorio tan pequeño, no son ejemplo de las diferencias, sino de la falta de políticas orientadas a blindar a los ciudadanos con herramientas financieras, sociales, políticas que les permitan por ejemplo a los emprendedores contar con una garantía para operar en medio de un panorama donde el presidente de la República un día ordena a las instituciones gubernamentales apoyar al empresario, pero donde el SRI aún hasta ahora siendo la tercera semana de crisis, continúa llamando a los emprendedores para que se pongan al día con sus impuestos, donde los ciudadanos desempleados no contarán el día de mañana con una base mínima de recursos para afrontar las duras condiciones de inestabilidad económica que se vienen, donde los ministros de estado han venido gestionando la política pública como herramienta de posicionamiento político o peor aún, para garantizar la contratación pública dentro de círculos conocidos en lugar de fomentar la libre competencia en beneficio de los ciudadanos. Esta realidad es extrapolable a los territorios de muchos de los países latinoamericanos, las diferencias entre los habitantes de un mismo territorio, las condiciones de pobreza crónica, el oportunismo político, la falta de visión estratégica de los gobernantes para planificar y estructurar una red de contingencia que nos vuelva resilientes, el imperioso esfuerzo por ignorar las buenas prácticas, etc.

Por la experiencia vivida en muchos de los países andinos, considero que uno de los elementos determinantes a consolidar ahora es ¿Qué hacer después?, ¿cuál es el plan que se pondrá sobre la mesa para afrontar la realidad luego de una de las crisis más profundas en los últimos 50 años?, ¿Cómo estructurar a los distintos tejidos productivos de una sociedad en función de un objetivo común?, ¿Cómo posicionar este objetivo común en distintas idiosincrasias?, inquietudes para tener en cuenta, considerando que estamos acostumbrados a tomar modelos pre elaborados por bancos multilaterales, organismos regionales con sedes en países distantes como Argentina, México o (peor aún) en Washington, realizados por expertos que viven realidades diferentes a las particularidades cotidianas, desembocando en líneas de acción catastróficas a la hora fomentar una reconstrucción y reactivación productiva.

Un claro ejemplo de esto, se dio durante el período de reconstrucción y reactivación posterremoto en Ecuador, donde tuve la oportunidad de trabajar de la mano con la cooperación internacional y los gobiernos locales, ya que en aquel entonces yo fungía como Subsecretario de Gestión y Desarrollo Turístico Nacional, las experiencias fueron claramente mejorables debido a la falta de claridad en la distribución de recursos para la reactivación y la contratación de consultores teóricos que nunca habían tenido ninguna empresa o emprendimiento,  y los cuales generaron una profunda falta de credibilidad tras unas primeras acciones fallidas que solo provocaron la pérdida de tiempo valioso y peor aún, la pérdida de credibilidad en instituciones de cooperación atadas de manos a la espera de un plan.

Ésta, fue sólo una de las nueve experiencias de reconstrucción productiva en las que tuve que intervenir, tristemente todas, muestra de lo inefectivo de los profesionales teóricos que contratan a sus amigos o a universidades en las cuales son grandes catedráticos, para gloria de la organización. De manera muy humilde y considerando a este Ecuador como mío quisiera lanzar un llamado a las autoridades nacionales y locales, para que sean valientes y al menos en esta situación de emergencia mundial, rompan los círculos de contratación por comisión para sus amigos que claramente en el pasado no han dado resultados y emprendan una política efectiva de asesoramiento nacional y municipal que dé como resultado un plan efectivo de reactivación real para los territorios. Ésta, si la ven en cuota política (la moneda más valorada por muchos) es una nueva oportunidad para sembrar una verdadera credibilidad en el pueblo, y mejor aún, si la ven con conciencia de responsabilidad histórica, es la posibilidad de consolidar un cambio en la errónea visión de desarrollo social que ve a los ciudadanos como prendas económicas de crédito caro, en lugar de verlos como transformadores y productores sólidos.

¡La planificación real!, quizás sea la única garantía para que la próxima vez que el gobierno solicite a sus ciudadanos que se vayan a sus casas, la gente les crea y sepa que pueden confiar en que su gobierno hará lo mejor para sus futuros.

En tiempo de confinamiento todos reflexionamos sobre lo que actualmente está ocurriendo con el #coronavirus pero, hay decisiones que ya se están tomando así como planes que no se están generando. La pregunta no es ¿Qué nos espera mañana? sino ¿Qué mundo es el que nos vamos a construir? pero además ¿con qué garantías?. La experiencia vivida en situaciones de catástrofe me hace creer profundamente que las únicas herramientas que apalancan la reactivación y el desarrollo son la oportuna visión estratégica y liderazgo de los gobernantes. La pandemia del miedo se esparce con igual rapidez que el virus, entonces ¿Qué papel demanda la vida que juguemos?

#ecuador #globalchange #politica #covid #leadership #líderes #development #desarrollo #liderazgo #productividad #productivity #saludpublica #gobierno

Primera colección: PLANIFICACIÓN ESTRATÉGICA:
LIBRO 1:
 
 
 
Tercera colección: PLANIFICACIÓN DESDE LA TRINCHERA:
LIBRO 1 DE
 
 
LIBRO 2:
 
 
LIBRO 3:
 
 
LIBRO 4:
 
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